Llegué a Nigeria en septiembre de 2015 tras haber trabajado más de 6 años en la iniciativa privada en México; este país de África Occidental fue donde incursioné en las artes de mi profesión, un lugar que en principio pareció distante y que terminó siendo cercano tras dos años viviéndolo, dejó profunda huella en dos aspectos muy importantes de mi vida: el profesional y el personal. Hasta el momento puedo identificar cuatro elementos con los que puedo sintetizar mi experiencia al residir en el territorio nigeriano, específicamente en su capital, Abuya: el entorno, las personas, el trabajo y los amigos, cuatro factores comprendidos en un tiempo de 757 días exactamente.
El Entorno.
Nigeria es un territorio vasto y abundante en recursos. Durante la mitad del año un impresionante color verde tapiza las planicies de las mesetas centrales y particularmente las zonas aledañas a la Delta del Río Níger, contrastando con el color rojizo del suelo africano.

Chicken Suya, típica comida callejera en Nigeria.
Abuya, la capital, el centro geográfico y político de Nigeria, es una ciudad diseñada a modo de fungir como centro administrativo de la República Federal. El trazo de la ciudad recuerda una figura humana en cuya cabeza se encuentran las avenidas que delinean los alrededores de la casa presidencial, cuya retaguardia está cubierta por el peñón que le da su nombre, Aso Rock, y el Parlamento, una majestuosa construcción que alberga la Cámara de Senadores y la Cámara de Representantes, una gran plaza circular da la bienvenida a los visitantes. El cuerpo de esa figura humana está conformado por las avenidas y los crecientes donde se encuentran los Ministerios, las Agencias y las diversas casas o representaciones de cada estado, así como las más de 100 Embajadas y Altas Comisiones. Los crecientes evitan una traza rectangular, que dadas las condiciones climáticas de la región en donde se asienta Abuya, evitando problemas de saneamiento, habitabilidad y hacinamiento. Sin embargo, la ciudad pareciera no estar diseñada para el peatón ya que sus calles y avenidas privilegian la circulación de vehículos y las

La Mezquita Nacional de Abuya
normas de construcción no consideraron áreas comerciales en una capital puramente administrativa, las plazas son elementos ausentes y definir un área central sería sugerir una imprecisión. Recorriendo Abuya, me hacía recordar Sim City, un videojuego en el cual se podía construir una ciudad desde cero pero que al dejarla abandonaba crecía desproporcionadamente en unos sectores y en otros, las parcelas simplemente permanecían decaídas.

Fikki Marina en Lagos.
Fuera de Abuya, la ciudad más importante y cosmopolita de Nigeria definitivamente es Lagos, su antigua capital. Lagos es un crisol que fusiona todo lo que es Nigeria: su historia, su cultura y sus múltiples identidades. No es de extrañar que esta ciudad porteña, de cara al Golfo de Benin, haya tenido un espíritu mercantil -para comercio de cualquier tipo- desde su fundación y que hoy preserve en formas más modernas y globales. El dinamismo económico de esta ciudad generó el nacimiento de diversas corrientes que en su evolución derivaron en procesos políticos, culturales y desde luego, populares. Lagos es la cuna de todo proceso en Nigeria y es el lugar desde donde se impulsa la influencia nigeriana a diversos países africanos, particularmente los países de África Occidental. La segunda capital nigeriana, como cualquier otra megalópolis no deja de ser caótica, ruidosa e impresionante, dividida entre Mainland y

Panorámica de Mainland, Lagos.
Victoria Island, sus islotes no dejan de crecer gracias a diques sobre los que en un futuro se divisarán grandes edificaciones de empresas que esperan por incursionar en el mercado nigeriano. Lagos y Nollywood son conceptos simbióticos: la idea de Lagos tiene un componente aspiracionista en los mercados africanos en el continente y fuera de él, la incipiente industria fílmica nigeriana explota esta concepción y los elementos que la conforman como la riqueza y su ostentación, la música y su expresión en el baile, las tensiones sociales entre los diversos grupos étnicos y aún en éstos últimos, las fricciones que se derivan al confrontar modernidad y tradición.
Las personas.

Mercado en Diko, Nigeria.
Definir lo que es el nigeriano es prácticamente imposible pero ciertamente hay algunos denominadores comunes entre los tres grandes grupos étnicos que integran la sociedad nigeriana —Hausa-Fulani, Yoruba e Igbo—. En términos generales el primer atributo de la sociedad nigeriana es un concepto que en las Relaciones Internacionales se ha vuelto recurrene, la resiliencia; es decir, la capacidad para superar experiencias o momentos desafiantes. Sin incurrir en errores de apreciación o maniqueísmos en la interpretación de la historia de Nigeria, es posible inferir que la sociedad nigeriana ha persistido en el tiempo a pesar de condiciones políticas, económicas y sociales internas y externas no muy favorables. En consecuencia, la continúa percepción de incertidumbre, particularmente económica, ha inculcado en la psicología del nigeriano un espíritu de individualismo que se materializa en una personalidad industriosa y emprendedora, muchos nigerianos son empresarios por naturaleza, la riqueza se debe generar y también ostentar, hay que asumir riesgos y lo hacen. Las mujeres nigerianas son un ejemplo de dichos atributos: todas las mañanas, desde muy temprano se les ve cargadas con sus mercancías sobre la cabeza, un niño a las espaldas, vendiendo sus productos, sonriendo a pesar del cansancio, trabajando muy duro; un carácter férreo y determinado, se observa en empresarias y funcionarias nigerianas. Los nigerianos sonríen ante la adversidad, son obstinados y usualmente no tienen un no por respuesta. La música es parte importante de su vida y de su expresión cultural. Son estridentes para vestir y gustan de telas estampadas en vivos colores con diseños que tienen ciertos significado para ellos. Algo que me dejó una gran impresión de su personalidad es la devoción y fe con la que abrazan sus respectivas religiones y creencias.

Vendedor de artesanías en Tarkwa, Lagos.
El trabajo.
Experiencia, humildad y sensibilidad son tres de los talentos obtenidos tras haber vivido dos años en Nigeria. Aún hay muchas habilidades debo pulir en la profesión que tengo, mismas que dependen en gran medida de un esfuerzo por continuar aprendiendo a través de la observación y finalmente, de la asimilación.

Wole Soyinka, Premio Nobel de Literatura en 1986.
El trabajo en Nigeria fue arduo e intenso; sin embargo, de no haber sido así creo que difícilmente hubiera podido dar el siguiente paso hacia una nueva etapa. La introspección y el autoconocimiento me generaron una sensación de humildad, con lo cual pude recordar las razones que me hicieron decidir formar parte del equipo al que ahora pertenezco. La lealtad aunada a la prudencia son dos valores fundamentales que cualquier profesionista de las Relaciones Internacionales debe desarrollar en un entorno ajeno, viviendo en el extranjero. Saber escuchar pero también interpretar es una habilidad bien apreciada por los interlocutores, una herramienta que permite poner en práctica la empatía como herramienta de análisis, para la construcción del diálogo y la resolución de problemas. A través de mi trabajo pude entrar en contacto con las personas y las realidades de Nigeria más allá de lo que puede leerse en libros u otras interpretaciones académicas, si bien no se debe idealizar el objeto de análisis tampoco hay que demonizarlo, basta con una interpretación franca, clara y constructiva, en resumen sensibilidad. Después de trabajar en Nigeria mi vocación por la carrera que tengo se mantiene firme así como mi compromiso por continuar en esta labor.
Los amigos.

Momentos de compartir con los amigos.
Lo más valioso que tengo después de haber vivido en Nigeria son mis nuevos amigos, entrañables personas con quienes comparto grandes recuerdos y experiencias. Conocer a mucha gente es normal, celebrar, convivir y festejar con muchos más es frecuente; no obstante encontrar personas con quien se puede estar sin importar nada más que la complicidad de una platica que puede ir de lo simple a lo profundo y la intención de compartir, es algo que se hace sólo con pocos. Quizá fue hace un año más o menos cuando esas amistades comenzaron a fraguarse y agradezco infinitamente la cordialidad, hospitalidad y solidaridad que todos ellos me mostraron en distintos momentos. ¿Quiénes son? La respuesta es clara, personas con quienes desayuné, comí y cené, amigos con quienes viajé y exploramos Nigeria; personas con las que reí y compartimos sencillos momentos de entrañable cercanía aderezados con el gusto de compartir una fría bebida bajo el ardiente sol que alumbra a la capital nigeriana. Personas que aprecio y con quienes comparto haber coincidido en un lugar tan lejano de nuestros lugares de origen como lo fue Abuya.

Para todo mal, mezcal; para todo bien, también.
Finalmente, aún no puedo descifrar si me enamoré o no mientras estuve en Abuya, negarlo seria confirmar una falsedad. Sólo puedo decir que dos personas lograron desplazarme del espléndido aislamiento sentimental hacia la beligerante pasión. Ellas, mujeres talentosas y comprometidas con su trabajo, de gran personalidad, peculiares y resueltas, características que les admiro y cuya presencia o ausencia recurrentemente provocó una sonrisa por lo menos a cualquier hora del día y por las noches, en compañía de amigos, un brindis. Encontrar el amor en Abuja no es fácil, en realidad no conocí a alguien que haya consolidado una relación con origen en esa ciudad, esto desde luego es una apreciación muy subjetiva.
Volé desde Abuya con destino a Budapest, cuando dejé Nigeria había un registro de 45º C de temperatura a las 7:00 p.m. y mientras escribo estas palabras, me encuentro en la capital húngara tomando un café mientras afuera llueve a 9º C. Llevo tres días en Hungría y no ha dejado de sorprenderme, es una nueva etapa que asumo con entusiasmo. Llegué a Hungría en la víspera de conmemoraciones muy importantes para los húngaros con lo cual le otorgo un significado muy especial al inicio de mi trabajo en este país.